Olvídense de todos los talleres de artista que hemos visitado hasta ahora. De hecho, estamos en la vivienda de Andrés Pachón, su domicilio particular desde hace unos tres años en el madrileño barrio de Carabanchel («donde me he criado desde pequeño y donde continúo. Esta era la casa de mi abuela», relata). La habitación en la que nos recibe y nos explica su método de trabajo no supera los seis metros cuadrados. Una gran biblioteca, una mesa orientada hacia la ventana, un ordenador... Pero precisamente por diferente y por las posibilidades que no habíamos imáginado y que ofrece, nos ha picado la curiosidad de acercarnos a este sitio. De hecho, nos encanta la definición que hace el propio Pachón de este entorno: Su particularmuñeca matrioska. Un ordenador en el que todo bulle, que está dentro de una habitación, que está dentro de una casa...
Un animal de costumbres
«Mi método de trabajo es sencillo –explica–: se basa el leer, tomar anotaciones, ver exposiciones y volcarlo todo en un ordenador. Hacer pruebas, relecturas y volver a las conclusiones. No se trata de ilustrar una idea, sino de buscar primero una imagen y de adecuarla luego a unos contenidos». Eso, en principio, puede hacerse en cualquier lugar, en cualquier habitación de cualquier casa: «No lo creo. Este es un espacio reducido, lo que lo hace también muy asequible, y todas las estancias de la vivienda tienen grandes ventanas, lo que para mí es importante. Podría mudarme al salón, inundarlo y contar con más sitio. Pero necesito estar rodeado de los libros, de los cds y los dvds que acumulo. No me imagino en otro espacio. He creado y construido mi hábitat personal. Todo lo que necesito. Soy un animal de costumbres».
«La memoria de mi ordenador es mi almacén de obras más importante»
«Es verdad que hay piezas por todos los lados. Lo necesito para hacer de este un sitio más agradable. Me gusta estar acompañado por otros artistas. Todo esto nace fruto de intercambios, que es una manera muy satisfactoria de dar salida a obra propia que no pudo venderse, y de hacerme con una colección de gente a la que admiro». En este estudio y por otras partes de la casa nos saltan al paso piezas de Santiago Morilla, Guillermo Peñalver, 2Jotas, Evru, Santiago Talavera, Daniel Martin Corona, Francisco Javier París, Estefanía Martín Sáenz, Ruth Gómez y María G. Alabau. Hay que colarse en el dormitorio para encontra una gran fotografía de la serie «Taxidermias» presidiendo el cabecero de la cama: «Me conozco mucho y no es una motivación extra ver mi propia obra», ironiza.
La hora de las verdades
Pero esta pequeña bombonera guarda una nueva sorpresa: enrolladas, pasando casi desapercibidas, junto a la mesa descansan algunas de lasinmensas lonas de más de dos metros que han formado parte de pasados proyectos expositivos y que en febrero inundarán el Museo de Antropología, un proyecto con el que está muy ilusionado. Tenemos que trasladarnos al salón para poder abrirlas, y allí reparamos en las vitrinas en las que el artista acumula los objetos más insólitos: de pequeñas figuritas infantiles, a cámaras fotográficas, máscaras u objetos antropológicos que tanto servicio le hacen en su labor como artista: «Siempre me ha interesado la fotografía y el vídeo, lo que significan estos medios y las dudas que generan cuando se habla de estos como documentos veraces. Los dos últimos años me he centrado en la antropología visual, en lo sociológico del imaginario construido y la validez del archivo antropológico».
«Necesito estar rodeado de la obra de otros artistas. Hacen de este un lugar más agradable»
Si la galería es más grande que tu casa
Andrés Pachón nunca ha compartido estudio («si acaso, he entrado como intruso en el de otros colegas cuando he necesitado fotografiar o grabar algo y necesitaba más espacio»). Su casa tampoco da para acumular mucha obra («tengo la suerte de contar con el almacén de mi galería»). Y es que, cualquier galería en la que ha expuesto es mayor que el ámbito en el que nos encontramos ahora. Y ahí está otra de las ventajas de trabajar desde dentro de un ordenador: «Por un lado,apuro hasta el último minuto antes de producir las piezas, para que esto no se me inunde de obras. Asimismo, el tamaño de las mismas no es un handicap a priori. Nunca parto de dimensiones finales. Puedo trabajar con escalas muy, muy grandes, porque todo está en la pantalla de un ordenador. Este es mi almacén personal y el más importante»
Uno termina haciendo de la necesidad virtud: «Soy una persona muy ordenada. Pero eso es básico para ir más rápido en un sitio pequeño. Sin embargo, si te asomas al escritorio de mi ordenador, está igual de recogido». Así mismo, todo influye en un espacio reducido. Le pregunto a Pachón por la música que escucha mientras trabaja. «Claro que influye. En trabajos de la última serie escuchaba todo el rato a Vic Chesnutt. ¡Así de tétricas me han salido algunas piezas!».